Hoy profundizaremos en uno de los tres Ordenes del Amor: El equilibrio entre el dar y recibir, (sacado de extractos de sus libros y de Briguitte Champetier). Os propongo reflexionar sobre vuestro dar y recibir en función de esta lectura, quizás os pueda dar un poco de luz. 

Dice Bert Hellinger, que la vida se trata de dar y tomar. No podemos tomar mucho porque quedaremos en deuda con el otro, ni dar más de lo recibido porque dejamos en deuda a los otros, y eso desequilibra y produce conflictos. La buena ayuda viene de un saber bien dar, no por dar más estamos ayudando o beneficiando.

Dar amor sólo en la medida en que el otro sea capa de devolverlo. A los únicos a quienes no podríamos darles suficiente a cambio es a nuestros padres, pues les debemos algo muy valioso: la vida, por ello la manera que tenemos los hijos de devolverle a los padres es ponernos al servicio de la vida, teniendo hijos, trabajando, estar en la vida y no en lealtades arcaicas.
En el dar y el tomar y su equilibrio está la dicha, está el agradecimiento y la abundancia. Quien toma demasiado se vuelve perpetrador o agresor, pues se convierte en deudor y quien da demasiado se torna en víctima. También, una víctima puede volverse victimario si no toma lo que el otro le ofrece y luego se lo reclama por medio del rencor o la ira.
Todos necesitamos dar y recibir. Ese es el equilibrio de las polaridades, femenino y el masculino, blanco y negro, día y noche,  inhalar o exhalar.  Quien no toma no ha tomado a los padres, no sabe recibir y por lo tanto no sabe dar. Nadie pueda dar aquello que no ha recibido.  Por lo que está creando descompensación, desequilibrio y desarmonía en su vida. Cuando no queremos recibir, estamos rechazando.

La bondad no está en dar siempre, sino en saber equilibrar el dar y el recibir. Saber respetar la dignidad del otro, respetar el destino del otro. Este equilibrio se traduce en una fuerza de compensación o reconciliación de los opuestos. Dar es agradecer, es devolver el amor recibido si queremos permanecer libres, solo desde ese equilibrio compensatorio es cuando podemos  llegar al amor y a la plenitud.

Dar crea el instinto de devolver en el que recibe, por lo que dar es también recibir. Esa es la fusión de las polaridades.  Toda existencia viene dada por otros. Dar produce movimientos y cambios, dar impulsa el recibir, por lo que todo movimiento es un agradecimiento en sí. El agradecimiento y el sí a lo que nos trae la vida es lo que nos transforma, nos hace crecer y avanzar, es la fuente de algo nuevo para nosotros. Solo desde el agradecimiento estaremos abiertos a al abundancia.

María José Navarro