Sabemos que tanto la culpa, como la vergüenza -sentimientos negativos hacia uno mismo-, como el odio, el enojo, la queja o la hostilidad -sentimientos negativos hacia los demás- de larga duración se asocian a estrés crónico y por tanto a un mayor riesgo de enfermedades psíquicas y físicas. La causa es que el estrés crónico produce incrementos de cortisol en la sangre que se puede cronificar también, y en niveles elevados pueden acabar activando los mecanismos de neuroinflamación.

Según la Teoría de la Neuroinflamación, el origen de las enfermedades cardiovasculares, tumorales o incluso algunas psiquiátricas, como la depresión, pueden ser causadas por lo tanto por el estrés crónico.

Es por ello, que el detenernos a valorar el daño que nos producimos a nosotros mismos, a nuestra salud física y mental por el mantenimiento de la culpa y del resentimiento, es sumamente importante, por lo que deberíamos intentar desarrollar la reconciliación tanto con nosotros mismos como con los demás.

Ejercitar el perdón hacia nosotros mismos nos llevará a evitar la culpa y el perdón hacia los demás nos llevará a eliminar el odio, la rabia y el resentimiento enfermizos.

El mindfulness actúa aumentando la atención no crítica a los estímulos, incluyendo los relacionados con el sufrimiento, regulando las emociones.

Las personas sanas con autocompasión muestran más optimismo, creatividad y curiosidad, aumentando las emociones positivas como la alegría, entusiasmo, mejor humor, comparando con los individuos más autocríticos.

Es por ello, que en un momento social tan estresante el Mindfulness y la Compasión, pueden ser nuestros aliados para autoregularnos y no inflamarnos.

Os propongo 3 minutos de práctica y experimenta:

MINUTO 1-Toma conciencia del entorno, del cuerpo y de la experiencia compasivamente

Adopta una postura de cómoda, espalda recta sin añadir tensión, ojos entrecerrados o cerrados, brazos reposados suavemente sobre los muslos. Empieza a tomar conciencia primero del entorno/lugar donde estás, observa los sonidos, temperatura, espacio que ocupas, del conjunto de tu cuerpo. Observa y date cuenta de tus piernas, del contacto de tus pies con el suelo, del contacto de la piel con el aire, o algunas sensaciones agradables o desagradables que aparezcan en tu cuerpo. Despliega afecto hacia la tierra que nos sostiene y hacía el entorno que te abraza. Expande ahora tu conciencia hacia toda tu experiencia interna y date cuenta: ¿qué pensamientos pasan por tu cabeza ahora? ¿Qué sentimientos o emociones se están produciendo? ¿Dónde los sientes en tu cuerpo ahora? Puedes observar lo que aparece en este momento sin juzgarlo, mostrando afecto y amabilidad ante ellos aunque no te gusten

MINUTO 2- Respiración compasiva

Dirige tu atención hacia las sensaciones físicas y lentamente trae tu atención a la respiración. Toma conciencia de las sensaciones de la respiración, acunándola con afecto, sin modificarla, solo observándola en este momento presente. Si aparece algún pensamiento o emoción, podemos dejarlo pasar y volvemos a la respiración amorosamente. Así una y otra vez.

MINUTO 3- Conexión con la humanidad

Puedes sentir la conciencia bajo la forma de una esfera transparente y luminosa en el interior de tu cuerpo que te abraza amorosamente. Siente como esta esfera, va expandiéndose progresivamente desde tu corazón incluyendo a todas las personas que se encuentran en tu ciudad y poco a poco se va ampliando hasta incluir a tu país y progresimamente a todo el planeta. Te sientes unido a todas las personas que viven en nuestro planeta y a todo el cosmos, permaneciendo durante unos segundos con esa sensación amorosa, amable y de ternura hacia todos y todo. Y lentamente, cuando lo desees, vuelves a abrir los ojos.

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Entrenemos nuestra mente al presente, al Aquí y al Ahora